En dormir empleamos una tercera parte de nuestras vidas, un dato suficiente para admitir que el sueño es muy importante. Nadie puede dejar de dormir tras haber pasado en estado de vigilia varios días, por lo que se considera que el sueño es una necesidad básica para la supervivencia de los organismos.
Pero.. ¿qué es lo que se consigue con el sueño?
El sueño es un motivo primario que parece desempeñar funciones tanto de restauración fisiológica (recuperarse de los distintos desgastes ocasionados por las diversas actividades físicas) como de reestructuración psíquica (desde la que se permite sistematizar y clasificar lo que se ha ido adquiriendo a lo largo del día).
¿Creíais que sólo las personas o animales se ponían enfermas? Ya os digo yo que no, los edificios o nuestras casas también se ponen malitos! Pero lo peor de todo esto, es que en vez de sufrir ellos los síntomas los padecemos nosotros y nos hacen caer enfermos.
Acabo de ver las noticias y me he encontrado con algo que no me ha dejado parpadear en lo que ha durado su explicación. Como podéis imaginar por el título, trataba sobre las drogas virtuales.
Para los que no sabéis lo que es, es simplemente, las drogas de siempre pero por programas de ordenador, sí, así de fácil. Según cuentan "los entendidos", te descargas un programa el cual contiene "dosis" de la droga que quieras y te producen los mismos efectos que si la consumieras vía oral o venosa. Sí, simplemente te pones unos auriculares estéreo a toda potencia y el programa ya se encarga de hacerte "ver el cielo, llevarte al borde de la muerte, producirte placer" y demás efectos que según contaban, podías llegar a sentir.
La siguiente historia me ocurrió mientras realizaba las prácticas de obstetricia. Teníamos que visitar varias “secciones” de este servicio y una de ellas era el quirófano, para ver alguna que otra cesárea o cualquier otra cirugía relacionada con la materia. La obstetricia es otra de las asignaturas que me encantan (para los que han leído mi anterior historia, si, junto con pediatría son mis preferidas!), ya que en cierta manera, también tiene que ver con los niños.
Siguiendo con los pequeños, debatíamos en el anterior post cómo unos padres dejaban “de lado” a un niño que nació prematuro y con múltiples patologías. Como recordaréis, mencionaba que era muy frecuente en la UCI pediátrica y que hasta al propio personal del servicio no le resultaba raro ver casos así (duro, ¿eh?). Os he refrescado la memoria, porque me pasó algo parecido aquella mañana en el quirófano de ginecología, ¿Pensabais que era cruel e insensible abandonar tras cierto tiempo a tu bebé?
Ahora os pregunto, ¿Pensáis que es cruel e insensible ni siquiera conocer a vuestro hijo recién nacido?.
Esta entrada, la hacemos en colaboración con un bonito y útil proyecto, el paciente y tú se quiere unir a "Mi vida sin tí". A continuación el siguiente párrafo extraído del blog bibliovirtual, explica brevemente en qué consiste esta maravillosa iniciativa!
Mi Vida sin Ti es un proyecto colaborativo informal de un grupo de personas que trabajan en temas relacionados con la salud, y exploran con interés las posibilidades de internet. La iniciativa no está vinculada con ninguna asociación, institución o sociedad científica o profesional. Pretende ser un espacio que ofrezca ayuda clara, global, transparente, no vinculada a intereses comerciales, para informar, apoyar y facilitar la decisión de dejar (o no) de fumar.
Así que, ya lo sabéis, si fumáis y estáis sopesando el dejarlo, uníos a la iniciativa "Mi vida sin ti", recuerda, que con tesón, paciencia y un poco de tiempo conseguirás tu objetivo! Además, ahora, no estás sólo! Hoy es el día en que comienza este proyecto (10 de Enero) y hoy es el día en que tú empiezas a vivir sin él!! Lo conseguirás!!!!
La verdad es que esta historia es una de las más tristes que he vivido en las prácticas; tiene como protagonista a un bebé de sólo 6 meses, que pese a su corta vida, se ha convertido para mí en una de las personas más valientes que he conocido hasta ahora. Como toda historia que he contado y contaré en este blog, me enseñó algo y me gustaría compartirlo con vosotros.
Tocaban las prácticas de pediatría, era la primera vez que tenía esa asignatura en la carrera y si ya me gustaba lo teórico, imaginaos lo práctico, estaba deseando que llegaran. Me encantan los niños y, por qué no decirlo, a veces creo que tengo un imán con ellos, consigo llevarme bien con todos, asique como podéis elucubrar, ser pediatra es una de las cosas que me ronda por la cabeza cuando pienso en el mundo de las especialidades. Por suerte o por desgracia (ya entenderéis esta expresión cuando leáis esta historia) me tocó en el reparto de grupos ir a UCI pediátrica. Para los que no lo sepáis, es el servicio de pediatría al cual van los bebés más graves, sobre todo los prematuros donde reciben todo tipo de cuidados y en todo momento hay una enfermera y los respectivos médicos vigilándolos y controlando las constantes para que todo vaya bien en la recuperación de los pequeños.
En los comienzos de este blog, como es normal, me dediqué a ir visitando páginas de compañeros del mundillo de la salud y me encontré con dos artículos que me interesaron desde el primer momento, pues me sentía bastante cercano a lo que debatían y precisamente, tengo una historia que contar con la que de nuevo, me gustaría abrir el debate y que los muchos médicos de familia que nos siguen, participen y expongan su opinión. Esta historia me vino a la cabeza cuando leí el artículo "Estudiantes, profesores, facultades y MFyC" del blog "Paradigmedical" (el cual os recomiendo) que contestaba a otro artículo publicado en el blog "El desembarco de la flota" titulado "Hoy no es un día cualquiera" (por supuesto, este último también os invito a visitarlo).
Inauguro esta sección del blog con una pequeña curiosidad. No tiene nada que ver con la medicina pero si que lo utilizan infinidad de médicos para "tratar" mejor a sus pacientes.
Os lanzo una pregunta, ¿Cuántas veces habéis ido al médico y al exploraros, ya sea para auscultaros o para tocaros con las manos os ha congelado?
Pues aquel día me disponía a ir como en las últimas 3 semanas a las prácticas de quirúrgica. Me habían asignado la especialidad de cirugía digestiva y más exactamente a la sección de esófago, en donde como podéis imaginar los cirujanos estaban especializados sobre todo en patologías quirúrgicas del mencionado órgano. Ese día tocaba pasar consulta y allá que iba yo con mi bata blanca y mi sonrisa de oreja a oreja, me gustaban esas prácticas, tenían un poco de todo: entrar al quirófano, visitar a pacientes en planta, bajar a urgencias, tener reuniones de investigación y como ya he mencionado, consultas.
Entré en la consulta y saludé al cirujano al que perseguía en los últimos días pegado como una lapa, también estaba la enfermera de siempre preparando los aparatos y más enseres para los pacientes. Esta enfermera, co-protagonista de esta historia, era la encargada de realizar la prueba más importante, la manometría intraluminal esofágica o para más rapidez MIE, prueba que para que lo entendáis en un segundo, mide las distintas presiones del esófago en busca de patologías, tales como hipertensión de esfínteres (que produce dificultad al tragar y demás), achalasia de cardias etc...Se realiza metiendo un tubito de plástico muy delgado (diámetro de 3-4 mm o menos) por la nariz, bajando por la garganta y a través del esófago se introduce en el estómago.
Aún recuerdo a “mi primer paciente”. Estaba en la habitación con su hijo y la doctora que me acompañaba le decía que jamás olvidaría a su padre, pues, era el primer caso que visitaba en mi vida. Lorenzo se llamaba y tenía un tumor de próstata, terminal, sólo tratado por la unidad de cuidados paliativos del hospital, y la doctora que iba conmigo era la jefa de ese servicio. Ella tenía razón, nunca olvidaré a ese hombre, pese a que ni yo lo exploré, ni diagnostiqué y mucho menos traté, simplemente ese día me “tocó” entrar en su habitación y escucharle, fue en ese momento cuando se convirtió en mi paciente (sin comillas), aunque yo estuviera en primero de medicina y no supiese con certeza qué le pasaba en realidad, pues, tiene razón la gente que dice que los médicos cuando salimos de la facultad no sabemos hacer casi nada, pues imaginaos en primero de medicina.
Entré en ese lugar y me senté al lado de él, a su otro costado la doctora, que como me imagino que haría día tras día, le preguntó qué tal estaba hoy y si sentía dolor, a lo que él contestó que estaba “muy pero que muy bien”. En ese momento esas palabras me parecieron tremendamente ilógicas y sin sentido, me preguntaba: ¿Cómo una persona que sabe que va a morir dice que está bien? Es más, lo dijo esbozando una gran sonrisa. Y después, con esa misma sonrisa, me miró y empezó a hablar conmigo, muy simpático y muy interesado en cómo llevaba la carrera. Después volvió a mirar a la doctora y para seros sincero, no me acuerdo de nada de lo que hablaron, yo en ese momento estaba pensando en miles de cosas, y es que, por primera vez había hablado con un paciente, me había mirado como si ya fuese médico, me había contestado a alguna que otra curiosidad y además me dejó que le explorara! Todo un lujo para estar en el primer año y ser la primera vez que pisaba un hospital con la bata puesta! Sonreí.
Pero cuando volví al mundo de esa habitación pronto dejé de hacerlo, sin saber cómo había llegado a ese estado, Lorenzo estaba llorando. Luego entendí que se derrumbó al hablar de su familia, para él, ellos eran todo y siempre habían estado muy unidos entre sí, en ese momento la doctora le cogió de la mano. Me pareció un gesto tierno, simpático, tranquilizador y todos los adjetivos que se puedan decir al respecto, un gesto que como sabréis muy pocos médicos llevan a cabo.
Después de que Lorenzo se calmase y se desahogara contándonos lo que él quiso, salimos de allí, y la verdad, y siguiendo con mi sinceridad, salí casi con lágrimas en los ojos mientras que la doctora me dijo: “ Esto es lo que se pierden muchos médicos hoy día “. Se me quedarán grabadas siempre esas palabras. Y es cierto, muchos médicos no se atreven a ponerse delante de un paciente y dejar que se desahogue, que llore delante de él, que le coja la mano mientras le dice el miedo que tiene, y...es triste, muy triste que eso no te lo enseñen, pues como bien me dijo aquella mañana la jefa del servicio de cuidados paliativos: “Esto jamás lo vas a aprender en la carrera, va a depender de cómo seas tú cuando no tengas puesta esa bata que llevas”.
¿Creéis que la mañana terminó? No, después nos tocó hablar con la familia de Lorenzo. Nos sentamos en una sala tranquilamente y al segundo, su hija mayor nos preguntaba si quedaba algún resquicio de esperanza. La doctora con mucho tacto, les comunicó a los asistentes que se iba a morir en aproximadamente un mes. Os podéis imaginar cómo reaccionaron todos. Y volviendo a mí, sinceramente, me ocupaba una pena muy grande, siempre una muerte de alguien es dolorosa, pero no sé si porque era mi primer caso, o porque Lorenzo era el eje central de esa familia, o simplemente porque me había puesto tanto en el lugar de ellos que me pareció horrible lo que estaba pasando.
Deciros que aquel caso o día, cambió un poco la forma de ver la vida que tenía, y es que, la mayoría nos preocupamos por cosas tan banales que ni nos damos cuenta que lo son, nos hundimos por fracasos en los que muy probablemente tengamos otra oportunidad, nos enfadamos a diario por sutilezas que alguien ha hecho o al contrario, que no han hecho. Lo que quiero deciros con esto, es que si pensáis que vuestro problema es el más grande que existe, el más grave, desilusionante, feo, inmerecido o como queráis describirlo...sólo tenéis que pasaros por la planta de un hospital, sabréis lo que de verdad es un problema, asi que ánimo si pasáis por una mala racha!
Después de mi primera historia, os dejo mi primer vídeo, acorde siempre con lo contado, esta vez: