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miércoles, 29 de diciembre de 2010

Células Neoplásicas
Aún recuerdo a “mi primer paciente”. Estaba en la habitación con su hijo y la doctora que me acompañaba le decía que jamás olvidaría a su padre, pues, era el primer caso que visitaba en mi vida. Lorenzo se llamaba y tenía un tumor de próstata, terminal, sólo tratado por la unidad de cuidados paliativos del hospital, y la doctora que iba conmigo era la jefa de ese servicio.  Ella tenía razón, nunca olvidaré a ese hombre, pese a que ni yo lo exploré, ni diagnostiqué y mucho menos traté, simplemente ese día me “tocó” entrar en su habitación y escucharle, fue en ese momento cuando se convirtió en mi paciente (sin comillas), aunque yo estuviera en primero de medicina y no supiese con certeza qué le pasaba en realidad, pues, tiene razón la gente que dice que los médicos cuando salimos de la facultad no sabemos hacer casi nada, pues imaginaos en primero de medicina.

Entré en ese lugar y me senté al lado de él, a su otro costado la doctora, que como me imagino que haría día tras día, le preguntó qué tal estaba hoy y si sentía dolor, a lo que él contestó que estaba “muy pero que muy bien”. En ese momento esas palabras me parecieron tremendamente ilógicas y sin sentido, me preguntaba: ¿Cómo una persona que sabe que va a morir dice que está bien? Es más, lo dijo esbozando una gran sonrisa. Y después, con esa misma sonrisa, me miró y empezó a hablar conmigo, muy simpático y muy interesado en cómo llevaba la carrera. Después volvió a mirar a la doctora y para seros sincero, no me acuerdo de nada de lo que hablaron, yo en ese momento estaba pensando en miles de cosas, y es que, por primera vez había hablado con un paciente, me había mirado como si ya fuese médico, me había contestado a alguna que otra curiosidad y además me dejó que le explorara! Todo un lujo para estar en el primer año y ser la primera vez que pisaba un hospital con la bata puesta! Sonreí.

Pero cuando volví al mundo de esa habitación pronto dejé de hacerlo, sin saber cómo había llegado a ese estado, Lorenzo estaba llorando. Luego entendí que se derrumbó al hablar de su familia, para él, ellos eran todo y siempre habían estado muy unidos entre sí, en ese momento la doctora le cogió de la mano. Me pareció un gesto tierno, simpático, tranquilizador y todos los adjetivos que se puedan decir al respecto, un gesto que como sabréis muy pocos médicos llevan a cabo.


Después de que Lorenzo se calmase y se desahogara contándonos lo que él quiso, salimos de allí, y la verdad, y siguiendo con mi sinceridad, salí casi con lágrimas en los ojos mientras que la doctora me dijo: “ Esto es lo que se pierden muchos médicos hoy día “. Se me quedarán grabadas siempre esas palabras. Y es cierto, muchos médicos no se atreven a ponerse delante de un paciente y dejar que se desahogue, que llore delante de él, que le coja la mano mientras le dice el miedo que tiene, y...es triste, muy triste que eso no te lo enseñen, pues como bien me dijo aquella mañana la jefa del servicio de cuidados paliativos: “Esto jamás lo vas a aprender en la carrera, va a depender de cómo seas tú cuando no tengas puesta esa bata que llevas”.
¿Creéis que la mañana terminó? No, después nos tocó hablar con la familia de Lorenzo. Nos sentamos en una sala tranquilamente y al segundo, su hija mayor nos preguntaba si quedaba algún resquicio de esperanza. La doctora con mucho tacto, les comunicó a los asistentes que se iba a morir en aproximadamente un mes. Os podéis imaginar cómo reaccionaron todos. Y volviendo a mí, sinceramente, me ocupaba una pena muy grande, siempre una muerte de alguien es dolorosa, pero no sé si porque era mi primer caso, o porque Lorenzo era el eje central de esa familia, o simplemente porque me había puesto tanto en el lugar de ellos que me pareció horrible lo que estaba pasando.

Deciros que aquel caso o día, cambió un poco la forma de ver la vida que tenía, y es que, la mayoría nos preocupamos por cosas tan banales que ni nos damos cuenta que lo son, nos hundimos por fracasos en los que muy probablemente tengamos otra oportunidad, nos enfadamos a diario por sutilezas que alguien ha hecho o al contrario, que no han hecho. Lo que quiero deciros con esto, es que si pensáis que vuestro problema es el más grande que existe, el más grave, desilusionante, feo, inmerecido o como queráis describirlo...sólo tenéis que pasaros por la planta de un hospital, sabréis lo que de verdad es un problema, asi que ánimo si pasáis por una mala racha!

Después de mi primera historia, os dejo mi primer vídeo, acorde siempre con lo contado, esta vez:

Scrubs: "Mi primer día"

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Licenciado en medicina con blog donde cuenta historias interesantes ocurridas con los pacientes, curiosidades médicas...te unes? No números, nombres!

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