Imagina. Vagas por un camino, perfectamente delimitado, sólo tenías que optar por él y seguirlo. Lo aceptas. Lo sigues. Fácil. Te confías, ni un ápice de miedo, tu pulso descansa al ritmo de tu sístole y tu sistema simpático se mece con cada uno de tus pasos. No hay nada de qué temer, pues te llevará a donde quieres realmente llegar. Eso da tranquilidad y valentía. De repente, sin que ninguna piedra del camino te lo chivara, ni aire fresco que te lo susurrara, allí te lo encuentras, esperándote. Tú tan confiado en tu caminito, aunque no más que él. Allí postrado, imponente, majestuoso, aterradoramente imperante y sí, aguardándote. ¿Te creías que era tu camino? En absoluto.

¿Alguna vez has estado encerrado en una jaula? ¿Y en una celda? ¿No?...¿Y en tu metáfora?
Imagina. Una de esas celdijaulas de las series cool de ahora, lúgubre, sombría, tenebrosa, con tarifa plana de penumbra y toques acuosos de bruma. Una cuasi perfecta 4x2 presidida por un candado, con una llave, con tu llave. Paredes carcomidas por la rabia, la inquietud... de pintadas idiotas de tu desesperación, sin trazos finos, agudos ángulos ni formas verosímiles, sólo impulsos nerviosos. Sólo toques de pulso irregular. En la pared sur, una "ventana" 0,40x0,40 sin misericordia pero con barrotes de acero, dos verticales y otros dos horizontales perpendiculares entre sí. Su pequeña luz, tu gran faro guía.
Te mueves de un lado a otro y del otro al uno. Miras al suelo, resoplas. Miras al techo, resoplas. Cierras el puño tan fuerte que hasta las marcas ya no duelen. Cuadras tus dientes, los rechinas y hasta crees que serías capaz de partírtelos tú mismo. Inhalas, tu bulbo olfatorio se impregna del olor a esfuerzo
En ese momento te acuerdas del candado, de tu llave. ¿Por qué no cogerla? Adelante. Tras armarte de gallardía sales, la luz de la noche te cobija. Perfectamente camuflado, aunque tranquilo, probablemente nadie te vaya a buscar...ni pillar. Ha sido tu propia e indómita decisión. No obstante, caminas con premura lo más lejos posible y se te presenta el primer "escollo" de toda libertad...escoger un camino por el que escapar. Como siempre es "al fondo a la derecha", pues por qué no, a la derecha y hasta el fondo.
Vagas por ese camino, perfectamente delimitado, sólo tenías que optar por él y seguirlo. Lo aceptas. Lo sigues. Fácil. Te confías, ni un ápice de miedo..........
¿El lobo...o tú?
0 comentarios:
Publicar un comentario