
¿Alguna vez te has cruzado con un lobo? ¿No?.... ¿Y en tu metáfora?
Imagina. Vagas por un camino, perfectamente delimitado, sólo tenías que optar por él y seguirlo. Lo aceptas. Lo sigues. Fácil. Te confías, ni un ápice de miedo, tu pulso descansa al ritmo de tu sístole y tu sistema simpático se mece con cada uno de tus pasos. No hay nada de qué temer, pues te llevará a donde quieres realmente llegar....