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domingo, 23 de noviembre de 2014

Debéis saber algo.

Abres los ojos. Un día cualquiera, o eso meditas con tu despertador. A los pocos segundos (y así es) te asalta tu mente bostezando, "no majo, hoy toca guardia", pues qué bien.
Allá que vas mohíno, mustio, a rendir cuentas al espejo. De lo demás ya te das cuenta cuando son las 15:30 h y encaras el cartelito de "Urgencias Generales". (Tranquilos, la mañana fue bien).

En las guardias te ocurre de todo. Sensaciones y más sensaciones. Lo comentaba esta semana con compañeros "nomédicos", cosas buenas y cosas no tanto.  ¿Y esos casos tristes, no te afectan? Preguntaban. Mucho. Pero inevitablemente, el show debe continuar, pues da igual que en el box 2 atiendas a alguien que está viviendo (probablemente) sus últimos días de vida, que seguro que en el box 15 hay otro paciente que quiere, desea, que te exige (o sino, ya te lo exiges tú) que le atiendas con tu mejor de las sonrisas y que a poder ser...le mires y escuches como nadie.
Esto es así, da igual que esa anciana te recuerde a alguien que marchó al cielo en busca de sus recuerdos, o que aquel anciano tenga la misma gracia que alguien que te cuidó y mimó, debes seguir. No importa, siempre está el baño para llorar. Debes.
Esto ocurre igual contigo mismo, pues con la corta experiencia que llevo como médico, me he dado cuenta de algo realmente importante. Añadir un nuevo epígrafe a la definición de "confianza". Lo es todo para un médico. Es el pulso del cirujano, la esperanza del ginecólogo, la sístole y diástole para el cardiólogo, la saturación para el neumólogo o...en este caso...la entereza para el Residente de primer año (R1). Te enseñan a hacerlo todo mecánicamente, a que 2+2 son intransigentemente 4, hasta que llega el momento en el que, te tienes que parar a pensar que el médico eres tú, y tú decides si son efectivamente 4, ó 3.5 ó 3.9...pero ¡ojo! Hay alguien tumbado esperando que no te equivoques.

Debéis saber algo.

Y es así, en unas guardias tienes la batería de confianza a rebosar y de entre las opciones, marcas siempre el buen resultado, y en otras, por H o por B, o por todo el abecedario, no das una. En el primer caso sales de la guardia (aproximadamente a las 08:30 de la mañana siguiente), creyendo que eres una especie de "superman blanco", de superhéroe terrenal...de lo que sea, pero portador, pese a tus horas sin dormir y tu famosa cara de "saliente de guardia", de una sonrisa que no se te va de los labios. Crees haber salvado al mundo. Te sientes medio orgulloso de ti mismo. El otro medio, para seguir mejorando.
En cambio, está la cruz. Esa otra puta cara de la moneda. Guardias de las que sales clamando al cielo por lo inútil que eres, por lo poco que sabes de medicina, un debería saber por allí, un por qué por allá...un no sé si valgo para esto, si soy lo bastante bueno. Esto último, es lo que te quita eso que hablábamos antes, confianza.

Todo esto, debéis saberlo, es exactamente extrapolable a la vida extrahospitalaria. Unas veces te sientes guapo, sexy, esbelto, atlético, simpático, empático, encantador, capaz de ser el alma de la fiesta, dulce o salado (según lo requiera el guión) y atreverte, a conquistarla.
Por contra...otros días...seguro que lo adivinas. Y por supuesto, no te atreves a conquistarla.

Debéis saber algo, ese o esa que os atiende de blanco en urgencias, siente y padece lo vuestro.
Pero... ¿Cuántos "lo vuestro" crees que lleva ya?

Pese a todo lo negro que te lo he pintado, somos felices por vivir esto de ser médicos. Te lo aseguro.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Es bonito leerte. Es bonito leer la visión humana que hay detràs de la bata.
@MrsYoysoloyo

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Licenciado en medicina con blog donde cuenta historias interesantes ocurridas con los pacientes, curiosidades médicas...te unes? No números, nombres!

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